viernes, 27 de agosto de 2010

Cómo echar a un cuarentón de casa


Francisco Javier es un Capitán de la Marina Mercante, jubilado, que ha surcado todos los mares del planeta. Como capitán veterano, tiene las huellas del duro trabajo de haber sido lobo de mar.
El aislamiento de la familia, los amigos, la sociedad, el país y la lejanía le han marcado su comportamiento y su forma de ser. El hecho de estar alejado de sus seres queridos: esposa, hijos, padres, hermanos, etc... ha condicionado la vida del navegante.
De vez en cuando, sus cortas estancias cerca de la familia, fue la leña que alimentó el fuego del cariño durante la larga separación. Francisco Javier vio crecer a sus hijos a “saltos”: tres mujeres y un varón. A todos ellos consiguió darles estudios universitarios.
Una vez jubilado y de vuelta al hogar empezó a adaptarse a su nueva vida: convivir con su esposa y con el único hijo que aún quedaba habitando en casa. Las demás, eran mujeres, se casaron y dejaron el domicilio paterno para constituir una nueva familia.
Los conflictos pronto empezaron. El hijo de 40 años, ingeniero, con trabajo, con buena posición social, no quería marcharse de casa a pesar de tener un magnifico chalet en una urbanización residencial.
El marino buscó auxilio ante un abogado y este le dijo que nada se podía hacer. Que no existe jurisprudencia para echar a un hijo de casa. Lo que más enrabietaba al Capitán era que su mujer trataba al hijo a cuerpo de rey; le planchaba las camisas, le preparaba comidas a su gusto y toda una serie de caprichos.
De ahí que el marino ideó un plan estratégico, porque entre otras insolencias del hijo, es que llegaba tarde a casa algo “alegre”. El hombre de mar empezó cambiando los muebles de lugar para que se desoriente, puso el perro a dormir en el salón, vació el frigorífico de cervezas, encendía la radio a las seis de la mañana, compró un canario y lo colocó cerca de su ventana, y cuando traía alguna “novia” le decía “¿tu eres con la que se va a casar o eres la que vino anoche?”…
A las pocas semanas el cuarentón marchó de casa.
©capel

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